Deleite

¡Ahora sí! Mmmmmmm… ¡Te tengo!
Te rodeo con mis labios, te introduzco en mi boca, llevándote a dar un paseo por los recovecos de mi caverna caliente y húmeda.
Te saboreo, te cato… bajo el latigazo de mi lengua te pierdo… mientras tanto, absorbo tu dulce sabor.
¡¡¡Ahhhhh!!! Mi deleite crece al ascender esa deliciosa sensación a mi cerebro… ¡¡¡Qué placerrrr!!! Cierro los ojos, para disfrutarte lenta… pausadamente… pero mis ansias son inaplacables.
Ahora que eres mi presa no te dejaré escapar. Te succiono, te saboreo, haciéndote más pequeño al cabo de pocos instantes.
Ya casi te desintegras… estás a un tris de desaparecer… por fortuna, en mi bolsa queda aún un caramelo más.

(Locuras surgidas durante un régimen estricto para adelgazar)

Poseída

Estoy sentada frente al ordenador, totalmente desnuda… ya sé, no estaba así hace un rato, pero decidí hacerlo de este modo ya que el calor que siento es excesivo.
No he podido dejar de pensar en ti, y en todas las promesas inconclusas, esos momentos que quedaron suspendidos en el aire de nuestros pensamientos.
Esperé largamente tu llamado. Estuve mucho tiempo conectada, impaciente, para tener comunicación contigo, fumando un cigarro tras otro…
Y me has recompensado. Aquí llegas… me encuentras en este estado de pleno calor voluptuoso, con mi entrepierna húmeda de tanto pensar en ti y no lo dudas ni un instante.
Untas tus dedos con mi néctar y los saboreas con los ojos cerrados. “¡Delicioso!”, me dices… la locura ya se apodera de ti y me tomas en brazos con tus labios prendidos de mi pezón.
Ufff, qué calor hace aquí! La noche promete, acaba de comenzar a caer un leve rocío sobre la hierba del jardín, pero no me importa. Sobre el césped depositas mi cuerpo y comienzas a amarme, a besarme, a poseerme de un modo felino, así como a mí me gusta, haciéndome enardecer aún más.
El rocío comienza a tornarse llovizna… es lo único que podrá aplacar el fuego de mi hoguera, pero sólo después de dar rienda suelta a mis sentidos, embriagada totalmente de ti, llena del poder de tu falo henchido y deseado, que supo poseerme una vez más…

Rendida a tus pies


Anhelo tus ardientes besos
tus caricias sabias
tus miradas tiernas
que me acometas salvajemente de nuevo
después de habernos amado sin freno.
Quiero beber de tu copa plena de pasión...
dormir abrazados después,
agotados y satisfechos.
Me inspirás tantas cosas, mi cielo,
salvajes y tiernas
prohibidas y plenas
porque creo que esto
realmente es AMOR.
Y estoy rendida a tus pies, sintiéndome
como jamás antes me sentí.
Príncipe mío,
gracias por despertarme de mi largo sueño.
 Esta noche estaré mirando el cielo y las estrellas
pensándote de nuevo.

Me provocas


 
 
Cómo decir lo que me provocas…

Esa oleada salvaje que me acomete

cuando te pienso,

esa llamarada que me consume

cuando te tengo.

Todos los momentos se convierten en uno: el Nuestro.

No hay ayer, no hay mañana.

Nada más importa.

Solo nosotros dos cercados por ese fuego,

desesperados por quemarnos

dulcemente,

urgentemente.

Ardiendo una y otra vez,

redescubriéndonos en cada encuentro.

Desde lo más hondo de nuestro ser, sintiéndonos

sin pausas y sin tiempo,

desenfrenados,

exaltados, mimetizados,

como si fuéramos uno solo,

como dos locos enamorados.

Delivery Boy




Rebecca: (Hace un rato largo que espero a mi novio. Me vestí con mi mejor ropa y me puse mi mejor perfume, pero no llegás. No te habrás olvidado de nuevo? Un sms tuyo diciendo que se te complicó salir hoy me pone de malhumor). Maldito!!! Ya hace tiempo que tendría que haberte mandado al diablo… (En eso escucho el timbre de casa y me asomo).

Carlos: Buenas noches, señora. Traigo el pedido del supermercado.

Rebecca: Mmmm, esperaba el pedido más temprano, jovencito.

Carlos: Disculpe, señora. Tuvimos muchos pedidos que entregar hoy (te miro de arriba abajo y pienso ¡qué buena que estás!)

Rebecca: Está bien, por aquí puede dejar las bolsas (te invito a entrar al living mientras veo cómo me mirás las piernas. Sonrío divertida).

Carlos: Pase Ud. primero (quiero mirarte el trasero marcado en tu vestido ajustado y te sigo).

Rebecca: Ok, por favor, tenga cuidado con las botellas (Me mirás con esos enormes ojos verdes y pienso: “Guauuu, qué mirada tan tierna, y qué buen cuerpo tenés además!”).

Carlos: (Qué fuerte está esta mujer! Esa carita de ángel y esa mirada felina… ¿a mí me parece o me está mirando? Si  me tiro un lance se ofenderá?) Señora, dónde quiere que acomode las latas?

Rebecca: Ah, qué amable! Por aquí (Abro la alacena).

Carlos: (No puedo evitar pensar qué placer sería comer ese secreto que ocultás debajo del vestido) Así está bien, señora?

Rebecca: No me digas “señora”, no soy tan mayor. Mi nombre es Rebecca (y te guiño un ojo, viendo que te ruborizás al instante. Me enternece tu sonrisa jovial).

Carlos: Rebecca, te gusta cómo estoy acomodando los productos?

Rebecca: Perfecto! Sos un chico muy aplicado.

Carlos: Bueno, no soy tan chico. Ya estoy terminando la universidad. Si me permitís, estás muy bella, vas a alguna fiesta?

Rebecca: Pensaba salir pero mis planes se frustraron.

Carlos: Seguramente tu galán no sabe lo que se pierde (sin querer, al acomodar las botellas rozo tu pierna con mi mano). Perdón!

Rebecca: Está bien, sos muy amable. Querés tomar algo? Acá hay algunas bebidas exquisitas que trajiste. Tengo hielo, puedo servirte si gustás.

Carlos: (Agachado te miro largamente las piernas) Sí, genial! Podría pasar un momento al baño, si no es mucho atrevimiento?

Rebecca: Por supuesto, está a tu derecha (mientras te miro ir al baño, sirvo unos vasos con vodka y jugo de naranja).

Carlos: (Entro a tu baño y lo primero que hago es revisar tu canasto... está tu ropa interior ahí... la acaricio, la toco... veo tus trusas… tus corpiños y los huelo... Me caliento mucho con tu exquisito olor y no puedo evitar que se me note).

Rebecca: Tengo los tragos preparados... (te llamo). Ah, no me dijiste tu nombre… (Te miro salir excitado, con un bulto hermoso y pienso "Qué cachorro divino!").

Carlos: Me llamo Carlos, pero podés decirme Lito, como me decía mi novia. Ahora me peleé. Vos tenés novio seguro, no?

Rebecca: Ya no sé si tengo novio, me deja plantada muy seguido ese maldito. Encantada de conocerte, Lito (ambos sonreímos con picardía).

Carlos: (Me siento en una silla de manera que se me marque el bulto y te miro a los ojos) Qué tonto tu novio... yo no te dejaría sola... sos hermosa!

Rebecca: (Siento cómo se yerguen mis pezones al ver el brillo en tus ojos y ese pedazo prometedor entre tus piernas) Muchas gracias, qué amable sos!

Carlos: (La bebida me pone atrevido y te digo) Yo te haría pasar un momento hermoso.

Rebecca: Ah, sí? y cómo sabés eso?

Carlos: (Te miro los senos fijamente) Con un cuerpo como el tuyo me mantendría activo toda la noche... (y me acerco a vos).

Rebecca: (Me sorprende tu osadía pero no me resisto a tu acercamiento) Qué lindos ojos tenés! (te digo, mientras pienso "qué lindo bulto tenés").

Carlos: (Paso mis manos por tu cintura, te acerco a mí y te susurro al oído) Putita, vos querés lo mismo que yo...

Rebecca: (El calor me recorre completa y no puedo disimular mi rubor) Pero, Lito, yo no soy una putita!

Carlos: (Te beso acaloradamente el cuello) Yo te voy a hacer sentir una! (y te apoyo mi pene erecto).

Rebecca: (No quiero resistirme... te dejo actuar, me dejo llevar, siento tu olor a testosterona y me rindo).

Carlos: (Te beso el cuello y te acaricio las piernas... tus nalgas, hasta hundir mi mano entre las piernas y te siento mojada... se me pone más dura).

Rebecca: (Estoy muy húmeda. Necesito que me arranques el vestido en este momento y te lo digo).

Carlos: (Te levanto de la cintura y te siento en la mesada... te levanto el vestido y comienzo a besarte las piernas. Las lamo... las recorro con mi lengua… te arranco la tanga).

Rebecca: Se sienten tan ricos tus besos! y me siento tan mojada... quiero tu lengua ya, ahí mismo, en el centro. Quiero que me hagas delirar de placer!

Carlos: (Empiezo a chuparte suavemente, completa hundo mi lengua en vos... profundo, con voracidad y te lamo entera, embriagándome con tu miel).

Rebecca: Quiero tu lengua inquieta saboreándome una y mil veces… (Me pierdo en la inconsciencia, no puedo creer que puedas concederme tanto placer).

Carlos: (Te chupo toda y subo las manos encontrándome tus pechos al descubierto, tus pezones erectos y los aprieto. Mi miembro está muy tieso y lo siento palpitar). Así me gusta escucharte gemir, así, así, como una gata en celo. Me volvés loco, Rebecca (te digo con mi boca llena de tu sabor). Gatita, necesito tu lengua aquí, ya mismo! (te ordeno, y vos obedecés, succionándome con tantas ganas que siento estallar).

Rebecca: La tengo toda entera en mi boca, un elixir de los dioses… ahhhhhhhh!!!

Carlos: (Desesperado, entro y salgo en tu boca, con una calentura como jamás había tenido).

Rebecca: Quiero chupártela mucho, me encanta tu pene hermoso y enorme. Es sabroso, lo sabías?

Carlos: (Completamente excitado, te lo paso por toda la cara, bajo hasta tus pezones y te lo vuelvo a enterrar en la boca).

Rebecca: (Yo gimo mientras mi lengua no descansa… Te siento a punto de estallar).

Carlos: Date vuelta (Te digo y me obedecés. Te pones de puntas de pie y me ofrecés tu vulva perfumada y hermosa que acaricio antes de penetrar. Te susurro al oído).

Rebecca: Me encantan esas caricias sensuales, es como si conocieras mis lugares más sensibles…

Carlos: Qué sabrosa que sos, Rebecca (Me relamo de placer. Apoyo la punta de mi miembro en vos sintiendo tu humedad y tu calor. Vos vas empujándote contra mí hasta que te penetro completa).

Rebecca: Qué rico te siento adentro todo de mí!!! Quiero más, más, más…

Carlos: (Adentro tuyo se siente hermoso, caliente, húmedo, riquísimo).

Rebecca: (Mi orgasmo es explosivo y te sorprendés. No podemos pronunciar palabra, ya nuestros cuerpos hablaron por sí mismos).

Carlos: (Acabo interminablemente adentro tuyo, es mi gloria sentir cómo te lleno, y sigo bombeando para que te llegue hasta el fondo). Sos mía (te digo al oído).

Rebecca: (Te siento descargarte, me siento plena, no puedo disimular tanto placer, y suspiro…).

Carlos: Sos mía, sos mi hembra, y yo tu hombre, tu macho que te va a cuidar y a darte placer (Nos besamos profundamente en la boca y después me llevás a tu cuarto... me alcanzás el teléfono).

Rebecca: Llamá a tu jefe y decile que no volvés, que te sentiste mal... quedate con Rebecca… por favor… (te miro con un brillo especial y descubro que no querés negarte, y luego de otro beso profundo y prometedor, comenzás a marcar los números. La noche recién comienza).

Versos involucrados





Se encarna en mí tu fuego que arrebata,
que extiende lava en curvas de mi seno,
vierte en mi boca el vino dulce y pleno
de tu beso que quema y me desata.

Se encarna en ti un ardor de miel que mata 
que incinera la piel como veneno, 
que enloquece tu lujuria sin freno 
y tu inminente locura delata. 

Es mi amor en tu amor involucrado 
el que arde sin piedad en esta hoguera 
sumergiéndose en tu sed, enamorado. 

Es tu amor en mi amor exacerbado 
el que jadea suspiros de quimera 
y me da plenitud aquí a tu lado. 



© Obra registrada - Derechos reservados (P.A.L.)

Quiero...



Perderme en la oscuridad de tu noche
intensa, fluctuante, pero tuya 
y también mía…
Que el beso de la luna palpite enloquecido
en tu vientre y en mi fuego
y que insista… descarada y muda…
Estar presente en tu pupila,
en tu latido, 
esta noche plena, única,
espejada en tu mirada,
abrazada a tu piel y a tus cosquillas…
Que me emborraches el alma
complotados en silencio
en el secreto de tu espacio,
extirpando el magma lujurioso
que obnubile los sentidos
y me pierda en tus caricias.
Desmayarme y morir acurrucada
en el hueco de tu pecho, inadvertido,
desplazando la memoria...
y creando música en tus besos
con la miel de nuestros cuerpos
derramada, derretida…
Y cuando renazca el deseo 
y tu boca y la mía sean una 
gritar al viento 
la estela de tu nombre
diluida en la piel de nuestros versos…
solo mío, solo tuya…




(Publicado en "Transeúntes del destino", de Creadores Argentinos, 2011)

Desnudas su alma...




Desnudas su alma

te adentras en ella

percibes sus ojos

y su suspirar.

Despacio te acercas,

quieres conquistarla

sutil coqueteo

la hace temblar.

Rendida a tu encanto

fluye entre tus brazos

saborea tus besos

tú absorbes su sal.

Desnudas su cuerpo

ebrio de fragancias,

tu boca la busca

bebes su humedad.

Miradas certeras

lenguas enlazadas

tu sexo en el suyo

su piel en tu mar.

La noche serena

estalla en el pecho...

desnudas su alma

se abraza a tu paz.



Quién sos?

Llego de trabajar, luego de una jornada complicada, con ganas de sentirte de nuevo en este preciso instante… pero ¡cierto! ya no estás… desde aquel día… hace casi un año…

Agrego leña al fuego del hogar y me detengo unos instantes a mirar cómo las lenguas doradas crujen y destellan rodeándome de un calor delicioso. Me quito los zapatos y me desplomo en el sillón, sin energía… Cierro los ojos y comienzo a relajar mi cuerpo cansado, desconectando mis pensamientos.

La lluvia crepita en el jardín y me hipnotiza de a poco, lluvia que oculta la luna llena que anoche ostentaba su cara redonda con total desparpajo. Oigo pasos que se acercan, pero mis músculos no responden. Mi razón tampoco. Creo que estaba esperando este momento... ¿Quién podrás ser? Mmmm… no importa… Podrías ser el vecino fornido, ese que cuando saca a pasear a los perros me saluda con tímida lascivia… o bien el vigilante de la calle, que se quita el sombrero cuando paso, o… -¿por qué no?- tal vez seas vos, que un día me dejaste muda de asombro por tu precipitada partida, prometiendo volver… Pero prefiero no saber… aunque bien podrías ser un perfecto ladrón…

Te acercás y percibo -sin mirarte- la sonrisa que dibuja tu boca. Te imagino quitándote el abrigo y arremangando tu camisa, sacándote los zapatos... Te oigo caminar sigilosamente hacia mí, envolviéndome en tu salvaje fragancia, y masajeás con lentitud mis hombros, mi cuello… Despejás mi cabello desgreñado… ¡qué bien se siente! Sonrío sin mirarte, agradecida… y dejo que mi cuerpo se deje modelar por la sutileza de tus manos.

Tus dedos desabotonan mi blusa en movimientos exageradamente lentos. Mi sonrisa se amplía y se humedece de deseo; un rubor espontáneo se apodera de toda mi piel. En pocos segundos siento cómo la seda de mi blusa se resbala a un costado, como si se alejara besándome... Lucho por quedarme quieta, sin embargo, mis células se han activado ante tu designio y no quiero perderme el momento que vendrá, completamente embriagada ya. Me abrazás desde atrás y me instás a incorporarme. No opongo resistencia, y me estremezco cuando desabrochás el sostén.

Acariciás mis pechos y trazás círculos con la punta de tu dedo: ahora mis pezones son como faros que se elevan en la oscuridad de la noche invernal, imponiendo su presencia y reclamando atención. Mis piernas apenas pueden sostenerme... los vahídos me arremeten sin piedad y el calor me atormenta de un modo atroz. ¡Uffff, sí… qué calor!

Te estoy sintiendo y no tengo miedo, aunque irrumpe en el silencio tu aullido brutal y descubro el reflejo del fuego en tus ojos profundos… Síiiiii!!! ya sé quién sos… Llegaste con la luna llena y aquí estás, mi hombre lobo, hoy serás mío… todo mío… ¿Mañana partirás…? No importa, porque hoy estás entre mis brazos… y no me importará esperar tu regreso dentro de cuatro lunas…

Tras el surco del horizonte,
los pájaros veraniegos
acompañan el renacer del nuevo día
aleteando... majestuosos...
De la noche sólo queda un recuerdo
de tus aullidos plañideros,
de tu llamada sensual,
invitación a una danza quimérica.
Hombre lobo, extirpé tus garras,
acaricié tu suave vello
y te volví mi amante...
te volví desvarío... pasión ciega...
Hombre lobo, conjunción animal
de calor y alto voltaje,
sé mi dueño cada noche
de luna llena, de luna eterna.

Esas manos

Solitaria reposa en su cama, fría de soledad y de caricias, resistiéndose al olvido del antiguo sabor de la pasión. Cierra los ojos; una a una van despertando las voces relegadas de su ardor, y va a su encuentro obedientemente. El calor la golpea, sin proponérselo; la toma desprevenida el chasquido del deseo y experimenta una repentina punzada en su vientre.

Viejos recuerdos la cercan como una tromba impiadosa, la agitan, la zarandean… le dan sosiego, la elevan, la transportan…

Sus manos se compadecen, haciendo ruborizar su piel de luna y provocando que su corazón se alboroce de repente. Su boca se entreabre, su respiración se excita, su mente se torna blanca… y sus sentidos claman ya por expresarse al unísono.

Esas manos acarician su propio cuerpo con suavidad y lentitud, miman sus piernas en sentido ascendente, pellizcan el botón urgente de sus senos, se detienen un instante en los rizos enmarañados de su pubis y… se atreven a explorar más allá, donde el néctar brota, caprichoso y persistente.

Oleadas de delicias suben y bajan acelerando el ritmo, buscando con su dedo el centro de aquella tormenta de fuego que se abulta y que explota y que la hace jadear..., perdida en la sabrosa nebulosa de su inconciencia. Y en ese punto el cuerpo se arquea, con una exhalación que reúne suspiro y ardiente lava.

La soledad desaparece por un instante… un dulce bienestar ocupa el espacio que ha invadido la tempestad, y cuando el volcán comienza a sosegar su calor, regresa la calma. La dama ostenta una bella sonrisa, al menos por unos minutos, dentro de su cautiva soledad…